Nuevas mujeres

 


Se entiende que no es posible comparar nuestra economía con la de un país como los Estados Unidos y, por lo tanto, que los recursos se distribuyen de diferente manera. También entiendo por qué se dice que, culturalmente hablando, México, es mucho más rico que su vecino del norte. De ser así, lo que no me entra en la cabeza, es por qué entonces nuestro país se resiste a invertir más dinero en el área de la cultura, mientras que los incultos norteamericanos, parecen encontrar en este campo un rico filón para explotar a tope. Tal es el caso de las exposiciones. 

 Tanto han cambiado los tiempos que hace rato dejaron de organizarse las llamadas exhibiciones Blockbuster, como lo fueron Los tesoros del Vaticano, Pompeya, Miguel Ángel, Los tesoros de Tutankamon, y hasta México: esplendores de 30 siglos, resultan obvias las razones de por qué ya no pueden llevarse a cabo, pero por más cambios que se hayan dado, países como los EU no han dejado de organizar grandes exposiciones de carácter global, no tan espectaculares como aquellas, pero, quizás, más interesantes por verse obligados a indagar en otras temáticas menos conocidas pero igualmente importantes. 

Me pregunto, ¿por qué no invertimos en curar, organizar o co-editar una exhibición como la que se exhibe en este momento en el Met de Nueva York? Me refiero a la muestra The New Woman Behind the Camera, más de 120 fotógrafas de 20 diferentes países, que trabajaron entre los años 1920 y 1950, en campos tan diversos como el retrato de estudio o la experimentación plástica, el periodismo, la moda, la publicidad, la fotografía de calle, o la etno-fotografía. Aparecen nombres tan relevantes como Berenice Abbot. Ilse Bing, Lola Álvarez bravo, Tina Modotti, Gerda Taro, Imogen Cunninham, Florentine Perrault, Madame D’Ora, Florence Henri, Niu Weiyu, Tsumeko Sasamoto. Nómina que nos habla de los alcances de la exhibición, pero también de lo universal que fue este fenómeno. 




El término New Woman apareció por vez primera en Gran Bretaña en torno a 1894 y fue aplicado para identificar un número creciente de identidades sexuales que harían eclosión a principios de la siguiente centuria. Fue un símbolo contra las ideas tradicionales de género y un reclamo por contar con un lugar digno en la sociedad. Como tal, como símbolo, sirvió de inspiración, pero también fue causa de agrias y hasta violentas controversias dependiendo de los países y artistas dispuestos a usar el término y abrir espacios al trabajo de las mujeres. La alta mortandad que trajo consigo la Gran Guerra más la necesidad de reactivar la economía mundial, hizo que los antiguos puestos de trabajo ocupados tradicionalmente por hombres empezaran a verse colmados por mujeres igualmente necesitadas de dinero para sostener a sus familias, pero también, mejor preparadas y capacitadas para llevar a cabo todo tipo de trabajo. 

 Para la década de los 20´s ya era sencillo identificar a esas Mujeres Nuevas, cabello y faldas cortas, uso extensivo de pantalones y actitudes consideradas hasta entonces masculinas, fumar y beber solas y en público. En Francia se les llamó Nouvelle femme y en alemania Neue Frau, en japonés Modan garu o en chino Xin nüxing. Se trató, pues de un fenómeno global irreversible que cambió definitivamente la cultura moderna y contemporánea, al grado que es imposible hablar, hoy día, de cultura, en cualquiera de sus manifestaciones, sin tomar en cuenta la participación de las mujeres. Y si bien ya se hacen importantes esfuerzos por construir historias particulares con las mujeres como protagonistas o desde su punto de vista, aún no tenemos, por ejemplo, una historia de la fotografía con las fotógrafas como centro o, incluso, del papel, no de los varones, sino de todes que han sido excluides tradicionalmente de la narración histórica. 

Mi única crítica a la exposición, que me imagino es la misma que en otros países, es que nos hayan dejado con sólo dos ejemplos de nuestras Nuevas Mujeres y más del ámbito fotográfico, pienso, por ejemplo, en Natalia Baquedano, Eugenia Latapi, en Rosa Rolanda o Miriam Dilhman, mas es cierto que la exhibición se presenta con los ejemplos más relevante del tema y a juicio de los curadores la Modotti y Lola Álvarez Bravo cubren perfectamente las expectativas que se tenían al armar la muestra. Sin duda se trata de una exposición cara, que demandó mucho esfuerzo, tiempo y la colaboración de expertos en todo el mundo para obtener no sólo la información necesaria, sino los ejemplos físicos del trabajo de cada una de las participantes. Cierto, pero a final de cuentas ¿quién se atrevería a decir que no valió la pena?

Publicado en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com

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