La muerte del canon

Harold Bloom (1939-2019)


Mientras preparaba los comentarios a la exposición de Roberto Ortiz Giacomán en el Centro de las Artes, Sombras en el paisaje, falleció (además de los maestros Adolfo Mexiac y Gilberto Aceves Navarro) el importante crítico literario de origen estadounidense, Harold Bloom (1930-oct.14, 2019), autor de la conocida y controvertida obra El canon occidental (1994). Lo que sigue son algunos apuntes sobre el planteamiento principal de esta obra, y que en su momento no pude presentar.
            El término canon, para lo que nos interesa, tiene dos posibles significados que se entrelazan y complementan. El primero de ellos es el de regla, o sea, una medida, principio o concepto que define o establece la proporcionalidad de una parte con el resto de la obra. El segundo es el de listado que contiene un conjunto de textos u obras canónicas, o sea, ejemplares, para una determinada disciplina (lo mismo da si es de medicina que de arquitectura o música). En Bloom ambos significados se funden en lo que él llama el Canon Occidental, un cuerpo de obras que han definido lo que llamaríamos la alta cultura en Occidente. Estas obras sirven, por otra parte, para establecer las relaciones que pueda establecer cualquier nuevo trabajo con ellas para así saber si pueden o no pertenecer a esa alta cultura, a esa tradición que aun caracteriza a la cultura occidental, que equivale a su vez, a decir mundial o internacional.
            Mi relación con el canon, en cualquiera de estas tres acepciones, es irregular o ambigua. Quiero decir, me parece y estoy convencido de que es necesario contar con un marco de referencia que nos permita entender una de las principales formas (la clásica) que ha tomado y toma nuestra cultura, su desarrollo o evolución, tanto como la o las oposiciones y reacciones adversas que ha provocado. En este sentido entiendo al canon como un observatorio desde el cual podemos asistir al nacimiento de nuevas obras o bien a atestiguar su efímera existencia. En esta misma línea de pensamiento creo que se echará de menos la figura de Bloom o de algún otro crítico, capaz de defender, a capa y espada, un importante “trozo” de nuestra cultura, por más que se le califique de neoconservador o inmovilista.
            Pero, por otra parte, no puedo dejar de ver en el canon de Bloom su marcado eurocentrismo y lo excluyente que resulta, así como su antifeminismo y rotunda negativa a considerar las obras y autores de la periferia, no sólo geográfica sino también la política, económica, sexual y religiosa. Es precisamente por los abusos que se cometen y han cometido en su nombre que se tiene una reacción tan violenta que solo se calma en cuanto se proclama la muerte del ese canon. Ahora bien, independientemente del número de veces que se ha celebrado la muerte del arte basado en el canon, lo cierto es que una mayor apertura, una mirada y quehacer más frescos, han hecho valiosas aportaciones técnicas al arte contemporáneo o incorporado nuevos temas inéditos o prohibidos hace no más de un siglo. Pensemos, por ejemplo, en la incorporación del mundo digital a la creación plástica y la música, o en temas como la identidad sexual.
            Lo que sí debería movernos a reflexionar, como se dice más arriba, es que al margen de cuántas muertes declaradas ha tenido el arte, ya no digamos el clásico, sino simplemente occidental, la verdad es que continúa y aparentemente como si nada hubiera sucedido, lo que nos lleva a pensar en que quizás sí exista un canon lo suficientemente fuerte como para resistir todas sus defunciones. Entonces deberíamos entender al canon más que como regla, como historia; lo que perdura no son las medidas que sirven para establecer las pautas de creación en una determinada época, sino más bien la sucesión de obras que se van concatenando hasta formar una tradición o evolución formada lo mismo de éxitos que de fracasos, de propuestas y antítesis, de verdades y mentiras. Finalmente, quizás el canon tan solo sea un componente más de este mundo contemporáneo cada día más occidentalizado.

Publicado inicialmente en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imagen: www.culto.latercera.com

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