¿Cuestión de términos?
Lisette Model. Las Vegas, on the bar. 1949
Hace unos días,
el fotógrafo Mason Resnick, ex alumno de Garry Winogrand, publicó en el sitio
del ALC (Adorama Learnig Center) un texto en el que se pregunta si un término
como el de Street Photography (fotografía
de la calle o callejera) no debiera ser retirado y en su lugar encontrar otro
que mejor refleje cómo se lleva a cabo hoy día una de las prácticas canónicas
de la fotografía moderna. Su propuesta nace al percatarse de que en la
actualidad prácticamente todo tipo de imagen recibe este apelativo, en especial
desde la masificación de aquellas imágenes digitales e indiscriminadas que la
gente toma usualmente en la calle o en sus lugares de trabajo-ocio; a falta de
un análisis más cuidadoso que pudiera identificarlas y clasificarlas
adecuadamente, son tantas, que mejor las llamamos simplemente fotografías de la
calle.
No es esta la primera vez que encontramos
un reclamo de esta naturaleza, yo mismo he pugnado por contar con definiciones
que se alejen de las valoraciones genéricas o ambiguas, para así contar con un
piso común que permita establecer diálogos, valoraciones, comprensiones no sólo
más justas, sino también que sirvan de apoyo a la difusión de la fotografía
entre públicos no necesariamente aficionados; no se diga de su necesidad en
terrenos como los de la teoría y/o la historia.
Pero, ¿es sólo cuestión de
actualizar-renovar términos, de poner y quitar, o quizás hay algo más que
estamos pasando por alto? Para simplificar lo que quiero decir, quisiera
presentar tres diferentes maneras de definir el término Arte, las tres
provienen de la misma fuente, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española, solo que, a través de sus ediciones de 1783, 1933 y la más reciente,
la actualizada el año pasado. En la primera, leemos como primera acepción:
“Conjunto de preceptos y reglas para hacer bien alguna cosa.” La edición de la
primera treintena del siglo XX, dice: “Virtud, habilidad e industria para hacer
algo.” Y en la del 2017: “Capacidad, habilidad para hacer algo.”, seguida de 9
acepciones más, en tanto que en la del siglo XVIII sólo aparecen dos más, y la
información adicional que ofrece tiene que ver las reglas gramaticales para su
correcto uso más que con su significado.
Como puede verse, aunque a través
del tiempo hay un significado base que se mantiene, cada edición introduce una
variante que no vuelve aparecer en las siguientes. En la primera se dice que se
trata de un conjunto de preceptos y reglas para hacer bien una cosa; la segunda
elimina la primera parte y la substituye por ser una virtud, una habilidad, una
industria para hacer algo (ya no se menciona para hacerlo bien); y en la
nuestra simplemente se habla de una habilidad y/o capacidad para hacer algo. Pero
la voz en esta edición se vuelve más compleja no en su significado base sino en
las múltiples acepciones que tiene, o sea, en los muchos contextos en que se
emplea hoy en día.
¿A qué pudieran atribuirse estos
cambios? Más tratándose de un término cuyo significado por lo común no se pone
en duda, ni resulta ambiguo, o sea, casi todo el mundo sabe o cree saber qué es
el Arte, todos tenemos una idea, más o menos clara, de a qué se refiere o qué se
quiere decir cuando se emplea. Decidí, incluso, usar como ejemplo este término
porque difícilmente se podría pensar en que hay que renovarlo o retirarlo de
circulación y en su lugar implantar uno nuevo (el hecho de que se diga Arte
contemporáneo, evidencia lo perenne del término).
Me parece que olvidamos que el
lenguaje, las palabras y por supuesto sus significados, al igual que las artes
en sus distintas manifestaciones, la educación, la política, el comercio,
reflejan el espíritu de su época, o si se prefiere, son producto de su momento.
No se trata simplemente de la necesidad de renovar los términos sino de caer en
cuenta de que cada uno de ellos responde a los gustos, sensibilidades,
necesidades, de cada época. Así para el siglo XVIII, y más en España, lo
importante era tanto la difusión del saber Ilustrado (como hacer las cosas
bien) como el uso correcto y unificado del español. Para el siglo XX resaltar
el individualismo, el arte depende de las capacidades personales. Mientras que,
para nosotros, puesto que se trata de una sociedad más compleja y sofisticada
que las anteriores, no basta con un significado, sino que este ha de poder
desdoblarse para reflejar el o los contextos, prácticos, reales, en que aparece
el término.
Regresemos a la queja de Resnick.
Creo que, efectivamente, hay necesidad de revisar ciertos términos, pero con la
finalidad de adecuarlos a la sensibilidad, al gusto de la época, no para
desechar los que se encuentren fuera de uso, o den a conocer inadecuadamente una
práctica. La Fotografía de la calle no puede seguir siendo, como añora Resnick,
las imágenes cándidas que se obtienen en lugares públicos; así fue como la
practicaron Winogrand, Friedlander, Cartier-Bresson, Elliot Erwit, Lisette
Model, sus imágenes corresponden al acenso y consolidación de la burguesía y la
primacía de la vida urbana. Nuestro mundo ya no es ese, necesitamos no una
nueva definición de la Street Photography,
sino una nueva imagen que refleje lo que ahora somos.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imagen: www.microsiervos.com
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